Un plaza con encanto en el centro de Valencia
Este sin duda es un lugar emblemático de Valencia. La Plaza Redonda fue construida por Salvador Escrig en el año 1840 y estaba totalmente destinada a recibir ese nombre, aunque no fuese el nombre original, pues su forma es la de un círculo perfecto, situado en una especie de pequeño patio interior, el cual está comunicado con el resto de la ciudad por cuatro callejones.
Construida sobre un espacio urbano, el cual está vinculado desde hace mucho tiempo al pequeño comercio, y en específico a la venta de pescado y de carnes, por supuesto, por ser una de las plazas más famosas, una de las calles por las que se accede a ella, todavía se llama Calle de la pescadería.
Es una plaza interior, hecha de planta circular, la cual cuenta con tres pisos de viviendas de aspecto muy simétrico, lo que contribuye con la barandilla corrida de los balcones de las casas.
Desde su origen, debajo de las viviendas, en el interior de la plaza, se han acogido pequeños comercios, donde sus dueños ofrecen ropa, bordados y todo lo relacionado con la costura, regalos, hierros y artesanía en cerámica.
Especialmente los domingos, cuando además de todas las tiendas que normalmente caracterizan un mercado ambulante, esta plaza ofrecía la posibilidad de comprar animales, hasta cuadros, grabados, música, etc.
Pero las con el transcurrir del tiempo, las maderas de los puestos envejecieron y la Plaza Redonda se había, en algún punto, convertido en un lugar descuidado y abandonado. Con todo su encanto, pero no estaba nada apto para el creciente turismo en la ciudad de Valencia, a mediados del siglo XXI. Y claro, lo mejor fue que se decidió hacer una reforma.
Una restauración que ha sido, sin duda alguna, una muy buena, y perfecta cirugía estética para la Plaza, incluso con todo lo que esto conlleva: el acabado de toda la construcción es fantástico. Hasta los edificios, el día de hoy lucen muy homogéneos, todos recién pintados y por supuesto todos del mismo color.
Mientras que donde estaba anteriormente el círculo interior de la plaza, lleno de puestos de madera y azulejos preciosos, hoy hay una serie de puestos y comercios, bastante modernos bajo una cubierta de un translucido y frio metal. Hasta el pavimento de la acera y calles ha sido cambiado por completo, para así mejorar el aspecto, de la antigua plaza, y poder darle un poco de vida, para atraer a muchos visitantes.
Afortunadamente algo no ha cambiado demasiado con estas restauraciones, y es que son las tiendas que siguen vendiendo piezas de encajes, que realizan bordados, botones y ropa a la medida, pero todas estas tiendas ahora se ven acompañadas de puestos dedicados exclusivamente a la venta de regalos a los muchos turistas que hoy en día sí visitan a la famosa plaza.
Si lo que quieres conocer este lugar tan entrañable, con su nuevo y moderno aspecto, no necesitas más que preparar un viaje y reservar en alguno de los hoteles cercanos del centro de la ciudad, y así verás como aún conserva, todas las sensaciones de la Valencia de finales del siglo XIX.